Para reforzar todo lo aprendido sobre la gastronomía madrileña, realizamos una estrategia de aprendizaje cooperativo: la plantilla rota. Consistía en que cada grupo recibía un alimento fragmentado en piezas, el equipo tenía que ponerse de acuerdo para unir las diferentes partes de la misma y llegar a un producto final. Como siempre, cada alumno asumía un rol en el equipo: loro, pulpo, pingüino o búho.
Una vez estuvo el puzzle formado, el loro salia a explicar al resto de compañeros el alimento que les había tocado.
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